Inicio Sala de prensa Programa del Gran Sinfónico 11º: Un nuevo mundo
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SOBRE JUAN PÉREZ FLORISTÁN
El concierto recaerá sobre el joven pianista sevillano Juan Pérez Floristán, poseedor de galardones como el primer premio en el Concurso internacional de piano Paloma O’Shea en 2015 o el primer premio en el Concurso internacional de piano Arthur Rubinstein en 2021
Juan Pérez Floristán, hijo del director de orquesta Juan Luis Pérez García, comenzó sus primeras clases de música en el ámbito familiar y de mano de su madre, pianista y profesora. Posteriormente comenzó sus estudios en el conservatorio de los Bermejales (Sevilla) para después trasladare a la capital y continuar su formación en la Escuela Superior de Música Reina Sofía con Galina Eguiazarova y posteriormente en la Hochschule für Musik Hanns Eisler de Berlín con Eldar Nebolsin, ciudad donde residía en 2015.
Incansable y joven pianista, ha debutado en algunos de los principales festivales y salas del mundo, como el Wigmore Hall de Londres, la Herkulessaal de Munich, la Filarmonía de San Petersburgo, el Béla Bartók Hall de Budapest, la Laeiszhalle de Hamburgo, festivales como el Ruhr Klavier Festival, el Festival de Verbier, Festival de Santander, Festival de Granada y giras por la práctica totalidad de Europa y Latinoamérica, habiendo actuado ya en España, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Suiza, Polonia, Suecia, México, Argentina, Chile, Colombia, Perú… y el próximo 27 de junio estará con todos nosotros en el Teatro de la Maestranza.
PRIMERA PARTE
Dimitri Shostakóvich: Obertura Festiva, Op. 16
Béla Bartók: Concierto para piano y orquesta nº 3, en Mi mayor, Sz. 119
SEGUNDA PARTE
Antonin Dvorák: Sinfonía nº 9, en Mi menor, Op. 95 «Del Nuevo Mundo
LAS TRES OBRAS DEL CONCIERTO
Las tres obras del concierto de esta noche pertenecen a tres compositores de primera fila en sus siglos respectivos: Dvořák en el XIX, Bartók y Shostakóvich en el XX. Y las tres están compuestas en momentos especiales, por distintas razones, de la vida de sus autores.
La vida y la música de Shostakóvich, compositor ya fundamental del siglo XX, giran alrededor de su relación con el poder (Stalin) y con unas autoridades políticas y musicales que alternativamente lo premiaban y lo reprimían, hasta tal punto que hay una música oficial y otra más íntima, que se refugiaba sobre todo en las obras camerísticas.
El mismo Stalin que inspiró el fatal editorial de Pravda (“Caos en vez de música”) en 1936, contra su ópera Lady Macbeth, lo llamaba personalmente por teléfono para invitarle / exigirle que formara parte de la delegación rusa que, en 1949, asistió en Nueva York al Congreso Cultural y Científico para la Paz mundial. Y esto sólo un año después de sufrir (junto con Prokófiev y Kachaturiam, entre otros) los ataques de Zhdánov por su música “inapropiada y formalista”.
El Concierto de Bartók está compuesto en los meses de enfermedad y dejó sin orquestar los últimos compases. Tras haber emigrado a Estados Unidos en 1940 por la invasión nazi de Hungría, no tuvo el éxito esperado hasta que Koussevitzky le encargó el Concierto para orquesta (1943). La gran acogida de la obra le animó a componer su Tercer concierto para piano y un Concierto para viola, que también quedó inacabado.
La sinfonía de Dvořák nace en su larga estancia en Nueva York, lejos de su querida Praga y es el magnífico resultado de la unión entre los temas indígenas reinterpretados y la nostalgia de su patria.