Inicio Sala de prensa María, colegiada en Sevilla: “Me replanteo mi vida como enfermera desde que, embarazada, sufrí una agresión en el centro de salud”
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El déficit de puestos de Enfermería en Sevilla asciende a 7.000 para alcanzar la media europea
La presión asistencial afecta psicológicamente (mucho o bastante) al 88,3% de las enfermeras. En el conjunto de la profesión, el 86,1% ha tenido episodios de estrés; el 66,6%, problemas de de ansiedad; el 60%, de insomnio; y el 27,2% declara que ha llegado a tener depresión
Estudio sobre el Impacto de la Presión Asistencial en la Profesión Enfermera 2024. Consejo General de Enfermería (CGE)
Sevilla, 11 de noviembre, 2024.- Noelia Márquez
“Me replanteo mi vida como enfermera, especialmente desde el día que sufrí una agresión por parte de un paciente, en el centro de salud. Estaba embarazada”. María, enfermera sevillana que prefiere mantenerse en el anonimato, describe algunas de las razones que le llevan continuamente a afrontar este dilema: ‘¿Merece la pena trabajar como enfermera?’ Contratos precarios, turnos maratonianos, inestabilidad laboral, imposibilidad de actualizar méritos en la Bolsa Única del SAS, sobrecarga, mala educación… Los motivos sobran para que un creciente número de profesionales de Enfermería se vea en la misma tesitura.
“Al terminar de estudiar el Grado de Enfermería en la Universidad, hace once años, había pocas posibilidades de encontrar un trabajo como enfermera, estábamos en plena crisis. La mayoría de mis compañeras optaron por emigrar a otros países o a otras comunidades autónomas, como las Islas Canarias, pero yo aposté por quedarme en Sevilla. Mi primer trabajo fue en una clínica privada donde me hacían limpiar la clínica, además de ejercer como higienista bucodental y como enfermera. Con mi sueldo se ahorraban tres”, recuerda María.
Tras esta primera experiencia, la enfermera sevillana logró al fin un puesto en un hospital privado donde comenzó a sentir realmente la profesión: “Trabajé en Pediatría, Medicina Interna, Daño Cerebral… Me sentí, al principio, más valorada, pero al poco tiempo, me encontraba explotada. Con un sueldo bajo tenía bajo mi responsabilidad (junto a mi compañera auxiliar) a 60 vidas, una planta de maternidad, 32 madres y sus bebés. Superé momentos muy complicados. Nos faltaban recursos humanos para atender con calidad”, recuerda.
Durante un maratoniano turno que comenzó una tarde a las 15:00 y terminó a las 8:00 del día siguiente, María afrontó una noche que recuerda a la perfección en la UCI por la dureza y penosidad. Sin recuperarse fue nuevamente llamada a cubrir una nueva noche, a las pocas horas. “Estaba sobrepasada tras una noche de campeonato en UCI”, recuerda. La sobrecarga y las ratios excesivas merman a las profesionales, también en la esfera emocional.
La sobrecarga y las ratios excesivas merman a las profesionales, también en la esfera emocional
Tras esta experiencia en la sanidad privada, María al fin comenzó a trabajar como enfermera en la Sanidad Pública, donde reconoce que ha disfrutado de mejores condiciones laborales, pese a otras muchas dificultades.
El Covid fue muy duro para todos los profesionales de la salud. Tras la pandemia, los que se dejaron la piel e incluso la vida para afrontar la peor crisis sanitaria de la historia reciente no terminan de ver recompensado el esfuerzo inaudito.
“Tengo casi cuarenta años, soy madre, además de enfermera y aún hoy no he logrado estabilidad profesional. En la Bolsa del SAS sólo consta la mitad de mis puntos. No logro actualizar los méritos por los cursos exigidos, máster, además de la puntuación por la experiencia. La falta de actualización de la Bolsa me impide acceder a muchas oportunidades de trabajo. Esta realidad, de nuevo, me vuelve a replantear ¿merece la pena?”, asevera la profesional colegiada.
María desconoce qué es un verano con su familia porque los contratos que le ofrecen son sólo durante los meses vacacionales. “A 40 grados, visita domiciliaria, en Sevilla, pleno agosto… y en septiembre de nuevo termina el contrato. Pese a que los gestores consideran que el verano es época de poca demanda asistencial, la realidad es que muchos enfermos no se van de vacaciones y especialmente la población con menos recursos. En verano los centros de salud funcionan con la mitad de la plantilla habitual de enfermeros… Y los que estamos afrontamos meses sobrecargados para, una vez terminado el verano, volver de nuevo a quedarnos sin trabajo”, añade.
Punto de inflexión: “Me encontraba embarazada cuando, en mi puesto de trabajo, sufrí una agresión”
¿Merece realmente la pena? es el dilema constante que afronta esta enfermera sevillana, por muchas razones: Porque pierde oportunidades continuamente en el SAS debido a que la Bolsa no actualiza sus méritos, porque tras una jornada de tarde-noche muy dura el supervisor le pide que, de nuevo, le ha tocado hacer otro turno maratoniano a la siguiente tarde-noche; porque no se siente valorada como graduada universitaria; porque sólo logra contratos en periodos vacacionales (verano-Navidad); porque tiene que trabajar bajo mucha presión y atender a muchos pacientes; porque tiene que soportar la mala educación de usuarios…
El testimonio de María es la realidad que se dibuja en la estadística. Según un recién publicado informe del Consejo General de Enfermería (CGE), la presión asistencial afecta psicológicamente (mucho o bastante) al 88,3% de las enfermeras en el ámbito estatal
«El ICOES exige que las autoridades sanitarias adopten las medidas necesarias para adecuar las ratios enfermeras/ pacientes a la media nacional y europea. La creación de puestos de Enfermería suficientes que permitan eliminar la sobrecarga laboral e impedir la fuga de profesionales. El reconocimiento de las enfermeras como graduadas universitarias»