Inicio Sala de prensa EL ENFERMERO DANIEL GUERRERO PRESENTA ‘CUENTOS MINÚSCULOS QUE SE ASOMAN A REALIDADES SORPRENDENTES’
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REDACCIÓN: NADIA OSMAN GARCÍA / FOTO: MANUEL GÓMEZ
Daniel Guerrero Bonet es enfermero y periodista. Tiene 69 años y es el autor de ‘Cuentos minúsculos que se asoman a realidades sorprendentes’.
Como profesional sanitario, ha trabajado en Hospitalización de Cirugía, Observación de Urgencias, Servicio de Gasometría y Banco de Sangre, además como Técnico de Promoción del Centro Regional de Transfusión Sanguínea de Sevilla y en el Servicio de Aféresis y Trasplante de Médula.
Está casado y tiene cuatro hijos que le han premiado con cinco nietos. Al examinar su vida desde la atalaya de la jubilación, no puede dejar de recordar a su padre, quien vino a España a estudiar Medicina a pesar de ser profesor de Ciencias (Mr. Erlenrmeyer, le apodaban) en un Instituto de Puerto Rico.
P: ¿Qué relación tienen Enfermería y Periodismo?
R: Ambas profesiones comparten un cometido enfocado a los cuidados. Una, cuida a las personas; la otra, “cuida” a la sociedad de los abusos de los poderes dominantes (económicos, políticos, etc.), cuidan o previenen las disfunciones orgánicas. Ambas están para evitar que los males empeoren y advertir a los médicos o a los ciudadanos de la necesidad de “curar”, bien con una terapia quirúrgica o farmacológica, o bien mediante el derecho a una información veraz y de interés general. Además, se complementan. Enfermería hace mucho más de lo que cuenta o publica. Tener criterio, cuestionar lo establecido, dudar de todo, investigar y rastrear datos y saber comunicarlos es útil y necesario tanto en Enfermería como en Periodismo. Hay que divulgar para que el conocimiento esté disponible a todos. Ese afán periodístico me ha empujado a divulgar los conocimientos concretos de donde prestaba servicios enfermeros. A veces creemos que lo que hacemos lo conoce todo el mundo, y no es así. Por eso, la revista científica Hygia ha publicado trabajos que he ido elaborando a lo largo de mi vida como enfermero. En 1989, apareció un artículo sobre “la Punción Arterial”, que recoge mi experiencia sobre esa técnica tras mi paso por Gasometría. “Aféresis, dominio de Enfermería” y “Enfermería y aféresis por adsorción” [está bien escrito adsorción], en 2007 y 2011, son otros trabajos guiados por esa finalidad divulgadora.
P: Ha sido enfermero pero, ¿cómo se convierte en escritor?
R: Me ha gustado escribir antes incluso de decidir ser enfermero. Siempre he tenido tendencia a barruntar folios con pretensiones literarias, dejándome llevar por una ingenuidad y falta de calidad abrumadoras. Siendo estudiante de bachillerato, aficionado como era a la Astronomía, envié un artículo a ABC sobre un eclipse de Sol que milagrosamente publicaron íntegramente, incluido el dibujo que lo acompañaba. Por aquellos años, fundé un grupo ufológico, dedicado al estudio de los ovnis, del que me responsabilicé de su boletín informativo. Ahí se afianzó mi afición a la escritura, con la que cogí un bagaje que, con los años, me fue tremendamente útil para el desempeño del puesto de Técnico de Promoción del Centro Regional de Transfusión Sanguínea, donde me encargaba de redactar folletos informativos, la Agenda del Donante, manuales, libritos divulgativos, elaborar campañas publicitarias y hasta dirigir revistas de información, como “Cuadernos del Donante de Sangre”, en la que colaboraron desinteresadamente Antonio Burgos, Carlos Colón y Fernando Iwasaki.
P. ¿Cuál es su estilo?
R: No he intentado nunca copiar el estilo, a la hora de escribir, de ningún escritor al que admire. Jamás he pretendido parecerme a García Márquez o Stefan Zweig, por ejemplo. Un jefe, y sin embargo amigo, me decía que era barroco porque redactaba párrafos con demasiadas frases condicionantes y otras florituras. Y tenía razón. Para ganar simpleza y claridad, debo “podar” mis textos después de poner en palabras la idea que quiero plasmar. Y es que tiendo, como si se tratase de un ensayo, a describir y pormenorizar cualquier cosa, desde una sensación, un ambiente, una acción. Y eso no siempre es bueno en literatura, aunque sí para un prospecto farmacéutico o un edicto municipal.
Tener criterio, cuestionar lo establecido, dudar de todo, investigar
y rastrear datos y saber comunicarlos, es útil y necesario tanto
en Enfermería como en Periodismo
P: ¿En qué se inspira?
R: La inspiración me viene a través de todos los sentidos y de lo experimentado. Recuerdos y vivencias son fuente habitual de inspiración. También lo que veo, oigo, leo y siento en cada momento y llama mi atención. Deambulo por la vida como un cazador de estímulos que son susceptibles de transformar en literatura o, cuando menos, en comentarios periodísticos o juicios críticos. Con ellos he alimentado durante más de una década un blog, titulado Lienzo de Babel, del que derivaron mis colaboraciones como columnista de opinión en las cabeceras mediáticas del grupo Andalucía Digital. Así surgieron también mis relatos de ficción, basados casi todos ellos en algún componente extraído de la realidad.
P: ¿Cómo define ‘Cuentos minúsculos que asoman a realidades sorprendentes’?
R: Es un libro de relatos cortos, de breves historias de ficción que tenía ocultas en un cajón y que recopilé para darlas a conocer, bajo ese título, en forma de libro. Surgió la oportunidad y decidí desempolvarlas. Son cuentos que he estado escribiendo a lo largo de mi vida, cada vez que tenía tiempo, mientras ejercía como enfermero.
P: ¿Qué temas incluye?
R: Cada relato aborda una arista distinta de la conducta aparentemente sorprendente de las personas, pretende descubrir esa realidad oculta o paralela que determina nuestros comportamientos y hasta nuestros sueños. De hecho, el primer cuento del libro, el más antiguo de cuantos he escrito, recrea una situación onírica en la que el protagonista sueña que está despierto y desea abrir una ventana. Otros relatos aluden a la amistad, a abusos y crímenes, a los solitarios en medio de la multitud, a fobias sociales y patologías seniles e, incluso, a las relaciones que establecen objetos inanimados, si ello fuera posible.
P: ¿Qué cuentos destacaría?
R: Todos destacan por algo concreto, pues abordan temáticas distintas. Sin embargo, hay dos de ellos que, a mi juicio, cumplen de manera redonda con lo que pretendía transmitir. Son Diógena y El clavo, cuentos que describen situaciones con muchos elementos reales para denunciar patologías individuales o sociales. En un caso son las consecuencias de carencias materiales o afectivas y, en otro, los miedos o fobias que influyen en nuestra relación con quienes consideramos marginados de la sociedad e intentamos eludirlos, hacerlos invisibles como si no existieran. Con ellos busco, junto al resto de demás relatos, llamar la atención del lector y, si es posible, hacer que reflexione acerca de los valores que nos mueven a comportarnos como lo hacemos, abandonando en la soledad o discriminando a quienes nos estorban. No sé si consigo tal propósito.
El primer cuento del libro, el más antiguo de cuantos
he escrito, recrea una situación onírica en la que el protagonista
sueña que está despierto y desea abrir una ventana
P: ¿Cuál es su ambiente idóneo para sentarse a escribir?
R: En soledad. Cuando trabajaba y estaba en el turno de noche en Gasometría, disfrutaba de un ambiente de absoluta soledad y tranquilidad. Estaba solo en aquella consulta y podía usar un despacho con máquina de escribir, donde comencé a construir mis relatos. En mi casa busco también la soledad, en el despacho-biblioteca donde me encierro a esperar a las musas, pero también para leer libros, añadir alguna entrada al blog y consultar cosas por internet.
P: Si pudiera volver atrás, ¿qué profesión elegiría?
R: Tal vez maestro o médico serían las profesiones más probables, por una tradición familiar que se sigue transmitiendo. Tengo una hija filóloga que ejerce de profesora de Lengua y Literatura en un instituto. Pero no me quejo, soy lo que he podido y sabido ser: enfermero y periodista, por ese orden. Y me siento muy orgulloso de ello, de tener ambas profesiones. Si al volver atrás me topara con las mismas circunstancias, sin duda elegiría Enfermería y luego Periodismo.
P: ¿Algún recuerdo que le apetezca compartir?
R: Recuerdo una anécdota afortunada por el hecho de dedicarme a las letras, y es que esta afición me sirvió para aprobar con un 9 la asignatura optativa de escritura creativa cuando cursaba periodismo. Salvo la publicación de este libro, fue lo más satisfactorio que he conseguido nunca gracias a la escritura.