Inicio Sala de prensa «EL MAYOR RECONOCIMIENTO QUE UN PROFESIONAL PUEDE RECIBIR ES SABER QUE HAN MERECIDO LA PENA TODAS LAS HORAS DE FORMACIÓN E INSTRUCCIÓN»
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REDACCIÓN
Nacido en Barcelona el 22 de enero de 1985, Francisco Javier Rodríguez Cruzado es capitán enfermero de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Desde los diez años reside en Sevilla, ciudad en la que estudió la diplomatura en Enfermería, en el Hospital de Valme, entre los años 2005 y 2008. Tras finalizar la carrera trabajó en las urgencias del Hospital Macarena hasta el año 2009, cuando aprobó las oposiciones del Ministerio de Defensa como oficial enfermero del Cuerpo Militar de Sanidad. Un año después fue destinado a Las Palmas de Gran Canaria y desde el 2013 está en el II Batallón de Intervención de Emergencias de la UME, con sede en Morón de la Frontera. Como enfermero militar ha participado en operativos en Afganistán (2011 y 2013) y en los terremotos de México (2017) y de Turquía (2023). Además, como miembro de la UME ha intervenido en inundaciones e incendios forestales a lo largo de todo el territorio nacional. El más reciente, el volcán de La Palma.
P: Los profesionales de la enfermería militar desempeñan una labor primordial en múltiples situaciones adversas. ¿Cómo califica su trabajo?
R: Soy un apasionado de mi trabajo. Nuestra función se centra en dar cobertura sanitaria previa, durante el despliegue y pos misión a todos los intervinientes de la UME. Allá donde se despliega la UME hay un oficial enfermero con ellos, tanto en territorio nacional como internacional. Somos la sanidad más a la vanguardia de la emergencia por desastres medioambientales.
P: ¿Cree que hay un conocimiento social ‘justo’ sobre la labor de la enfermería militar?
R: Un conocimiento justo desde luego que sí, todo el personal sanitario sabe de la existencia de la Enfermería Militar, quizás lo que menos se conoce son los procesos de selección y de formación específica que recibimos en la academias militares, pero conocer se nos conoce. Y desde el punto de vista institucional, siempre nos hemos sentido muy arropados.
P: Hace tan sólo unas semanas participó en el operativo del terremoto de Turquía, donde entre otras labores se encargó de atender a los miembros de una familia que fueron rescatados tras casi 25 horas de trabajo, entre los que se encontraba un niño de sólo año y medio. ¿Qué es lo primero que hace cuando se topa con esa ‘excelente’ realidad?
R: Es el mayor reconocimiento profesional que uno puede recibir. Saber que han merecido la pena que todas las horas que se han dedicado a la formación y a la instrucción de los equipos de búsqueda y rescate urbano (USAR, por sus siglas en inglés) de la UME. Después de cinco días enterrados en los escombros de su vivienda y después de 25 horas de trabajo, conseguimos localizar y extraer a una madre con sus dos hijos de año y medio y de cinco años. La fortaleza de la madre y la suerte que estuviera lactando a su hijo menor hizo que pudiera mantener con vida a los dos niños, además de otros factores, como fue las bajas temperaturas externas, facilitaron la supervivencia.
La asistencia inicial se basó en un reconocimiento previo descartando lesiones graves, una rehidratación intravenosa, así como combatir la hipotermia a la que estaban expuestos tras el rescate. Una vez finalizada la primera asistencia, fueron trasladados al hospital por los servicios sanitarios turcos.
«Es para lo que llevábamos
años preparándonos:
poder salvar una vida»
P: Además de lo puramente profesional, a nivel personal, ¿cómo afrontó ese momento?
R: Con mucha alegría, con ilusión y con el apoyo de los compañeros. Fueron momentos de mucho nerviosismo e incertidumbre. Es para lo que llevábamos años preparándonos: poder salvar una vida. Imagínate la sensación cuando una madre con sus dos hijos salen de los escombros.
P: ¿Cómo puede explicar la dicotomía de regresar de un operativo tan complejo como el terremoto de Turquía o de México y tener la sensación de haber hecho todo lo posible a pesar de la devastación generada en el territorio?
R: Cuando los equipos internacionales nos desplegamos en una zona de emergencia, siempre es a petición del país damnificado y sabes que vas a estar allí hasta que dicho país tenga declarada la emergencia. En nuestras manos está, y así lo hacemos, poner todos los medios humanos y materiales para aprovechar el tiempo al máximo para aquello para lo que has sido formado y para lo que has sido desplegado.
«El secreto estaba en la capacidad
de entrega de todos
los intervinientes»
P: ¿Cómo se prepara psicológicamente antes de afrontar un viaje de estas características?
R: Con mucha formación en la materia y con mucha instrucción. Estar siempre preparado para aquello que te vas a poder encontrar, tener siempre a punto los equipos y los medios para que la emergencia no te sorprenda y tener la suficiente capacidad de adaptación para aquellos lugares donde vayas a desplegar.
P: Hemos pasado unos años muy convulsos y tediosos con la pandemia del Covid-19. ¿Qué papel ejerció durante este periodo?
R: Las Fuerzas Armadas hicieron aquello para lo que siempre se han estado formando, que es ponerse a disposición de la ciudadanía, asumiendo todas aquellas misiones que le fueron encomendando y con una amplia capacidad de adaptación y resiliencia, porque para nosotros también era la primera vez que nos enfrentábamos a una pandemia.
P: ¿Cómo afrontó la UME un problema global tan crítico y desconocido como la pandemia?
R: En el caso de la UME, como unidad militar que es, su principal función fue ponerse a disposición de las autoridades y de los ciudadanos para todas aquellas misiones que fueran asignadas, tanto en desinfecciones como en las compartimentaciones, el traslado de pacientes, la formación de rastreadores o la participación en las vacunaciones masivas a la población. El secreto estaba en la capacidad de entrega de todos los intervinientes.