Inicio Sala de prensa «HAY QUE TRANSMITIR UN MENSAJE CLARO Y CONTUNDENTE: NO HAY NINGUNA SITUACIÓN QUE PUEDA JUSTIFICAR UNA AGRESIÓN A UN SANITARIO»
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María Dolores García Pérez es enfermera especializada en el ámbito del Trabajo y este año se ha doctorado en Ciencias de la Salud. Además, cuenta con una Licenciatura de Psicología y en Antropología Social y Cultural. Actualmente es funcionaria de la Junta de Andalucía y trabaja en el Centro de Prevención de Riesgos Laborales de Sevilla. En esta entrevista nos centramos en su tesis doctoral sobre el diseño y la validación de un cuestionario sobre declaración de agresiones laborales en el ámbito sanitario.
REDACCIÓN: ECOES
P: ¿Qué le llevó a tomar la decisión de desarrollar este trabajo?
R: Cuando decidí hacer la tesis doctoral trabajaba como enfermera del trabajo en un Hospital de Sevilla. En una comida con compañeras del área de urgencias, se habló de la gran cantidad de agresiones, especialmente verbales, que soportaban en su día a día. Me comentaban que era de los peores aspectos de su trabajo, y que las había hecho plantearse cambiar de profesión.
Fue muy triste escuchar sus experiencias. Sin embargo, ninguna de ellas se había decidido a declarar la agresión sufrida, por lo que en el registro del centro no nos constaba ninguna agresión. Eso me llevó a pensar que había un gran problema oculto por resolver y que las agresiones que conocemos son una ínfima parte de las que ocurren. Así es imposible poder trabajar para corregir lo que sucede. De esta forma surgió la idea de mi tesis.
P: ¿Por qué las agresiones sanitarias parecen un tema oculto u ocultado en el ámbito público?
R: Desgraciadamente, no hay una sola razón. Por una parte, somos profesionales que estamos acostumbrados a tratar con la enfermedad y la muerte, con los momentos más vulnerables del ser humano. Eso nos ha hecho desarrollar una gran empatía que puede confundirse con una carta blanca para tratarnos de cualquier forma.
Se nos ha recubierto de un halo de casi santidad, en el que debemos aceptar cualquier forma de trato, y esa es una idea equivocada. Somos profesionales preparados que deben tratar y ser tratados con respeto. También somos la cara visible de una organización que muchas veces no funciona tan bien como debería, y se nos hace receptores de todo tipo de enfados y frustración. Además, por parte de las administraciones sanitarias, no es fácil ni da buena imagen reconocer que hay un problema que todavía no está resuelto.
P: ¿La falta de datos fehacientes sobre las agresiones a profesionales está suponiendo un hándicap a la hora de reclamar medidas de prevención?
R: Por supuesto. En primer lugar, impide que se conozca la verdadera envergadura del problema. Si se declarasen todas las agresiones que se producen, estoy convencida de que los datos serían escalofriantes. Por otro lado, al no conocer todos los casos que ocurren, no contamos con datos reales sobre los que trabajar para elaborar medidas. No se puede trabajar para atajar algo que no se conoce. Esto afecta, sobre todo, a las agresiones verbales, que son las que menos se declaran y que también necesitan de medidas de prevención que son diferentes de las que se elaboran para las agresiones físicas.
Al no conocer todos los casos
que ocurren, no contamos con los datos
reales sobre los que trabajar para elaborar medidas»
P: ¿Qué protocolo tiene que seguir un sanitario que sufre una agresión?
R: En el SAS hay un protocolo unificado, aunque otros hospitales que son privados o consorcios sanitarios públicos tienen sus propios protocolos. En el SAS hay que rellenar unos documentos que deben ser enviados a la Unidad de Prevención de Riesgos Laborales de cada hospital.
En este enlace se puede encontrar más información al respecto: https://www.sspa.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/profesionales/prevencion-y-atencion-de-agresiones
P: Según los últimos datos oficiales, en el año 2022 han sido 1.494 las agresiones denunciadas en el SAS, es decir, cuatro al día. ¿Cómo traduce esta cifra?
R: Que hay un problema enorme que hay que solucionar, y ni siquiera conocemos todos los casos que ocurren. Las agresiones laborales son un importante riesgo psicosocial laboral y están relacionados con graves implicaciones para los profesionales que las sufren, como el síndrome de burnout.
Están relacionadas con la intención de cambiar de trabajo, con la disminución de la autoestima y la calidad del sueño, con síntomas de ansiedad, estrés, depresión, problemas osteomusculares… Elaborar e implementar medidas preventivas debería considerarse una prioridad absoluta en los planes de prevención de riesgos laborales de cualquier centro sanitario.
P: Además, el 73% de estas agresiones las sufren las mujeres. ¿Qué opinión le merece este porcentaje?
R: Estos datos hay que manejarlos con cautela porque es cierto que el porcentaje de mujeres en sanidad es mucho mayor que el de hombres. Aun así, los datos que he encontrado en mi tesis indican que son mayores receptoras de agresiones verbales, que, por otro lado, son las más frecuentes.
Es importante introducir la perspectiva de género ya no sólo en las medidas frente a agresiones, sino en cualquier actuación de prevención de riesgos laborales. Además, no sólo hay diferencias por el género, también las hemos encontrado por la edad o incluso la categoría profesional, siendo, precisamente, nuestro colectivo enfermero, el más afectado por las agresiones laborales.
P: ¿Cómo se educa a un paciente o qué mensaje hay que trasladar para evitar estas escandalosas cifras?
R: Debemos transmitir un mensaje claro y contundente: No hay ninguna situación que pueda justificar una agresión a un sanitario. No podemos evitar que las personas usuarias perciban aspectos que no les gustan de la atención sanitaria. Por ello, debemos facilitarle que puedan usar vías de expresión y quejas adecuadas. Tienen derecho a indicar lo que no les guste, pero en ningún caso esa vía puede ser mediante la agresión a las personas que los atienden.
Hay que crear climas de comunicación y trato sano, y establecer límites claros que no pueden traspasarse. Campañas de información sobre cómo debe de ser esa comunicación y trato creo que podrían ayudar a concienciar a los usuarios/as de esto. Por otro lado, hay muchas otras medidas que pueden adoptarse. En la tesis describo algunas muy interesantes como, por ejemplo, los contratos de comportamiento que deben firmar los acompañantes de pacientes en algunos hospitales de Australia.
P: ¿Qué trabajo tienen que hacer las administraciones para concienciar a la sociedad?
R: Deben reconocer, en primer lugar, que hay un gran problema que todavía no está resuelto. Algo tan simple y que pocas veces se hace. En segundo lugar, pienso que debe de transmitirse una política clara y firme de tolerancia cero a las agresiones laborales. Hay que proteger a las víctimas, no desautorizarlas, ni juzgarlas. Acompañarlas y facilitarles los trámites. Y en tercer lugar, comenzar a trabajar en medidas: informativas, formativas, estructurales.
«Hay que crear climas de comunicación y
trato sano, y establecer límites claros
que no pueden traspasarse»
P: Por tanto, ¿queda mucho recorrido por hacer?
R: Pues sí, mucho. Hay muchos aspectos en los que se puede trabajar para mejorar la situación. Formación e información de pacientes y usuarios, diseño de las salas de espera y de los espacios de trabajo para que sean seguros y no aumenten la crispación, elementos estructurales de protección para las víctimas, mejora de las vías de quejas de los usuarios, mejora de las condiciones del servicio (una parte importante es aumentar el personal en los centros), facilitar las vías de declaración de las agresiones, proteger a las víctimas y que no se sientan juzgadas, etc.